martes, 17 de agosto de 2010

Terrible cogida a la libertad

Hoy en día, pronunciarse a favor o en contra del movimiento constante en el ambiente taurino es trágicamente demasiado frecuente y fácil. No es agradable ver lo que está pasando y escuchar necias palabras a las que desgraciadamente no se pueden hacer oídos sordos. No me extenderé mucho porque todo está dicho aunque no se quiera comprender. No vengo aquí para lamentarme de nada, el objetivo más bien es libertino, porque la pésima situación del país impide ver más allá de un espejo que muestra una teórica defensa de los animales, que es simplemente el reflejo de una realidad que nos concierne a los españoles desde hace décadas, que siempre está en primera página de la actualidad de nuestro país, como es la independencia catalana. Todo lleva a lo mismo, todo lo que sucede en Cataluña lleva a lo mismo, todo gira en torno a un estatuto y a una obsesión que personalmente me parece ridícula, que parece ser que nunca nos dejerá en paz. El "neofamoso" Albert Rivera, presidente del partido Ciutadans (ciudadanos), en su intervención el 28 de Junio en el Parlamento catalán, día en que una hipócrita democracia prohibió las corridas de toros en Cataluña, y por cierto también día en que la Junta de Los Panaderos decidió en Cabildo llevar a la Virgen de Regla a Madrid -por tanto día negro para mis intereses personales- resume en unos quince minutos de discurso la farsa que rodea día a día a ese porcentaje de catalanes cansados de aquellos que piden la independencia si o si, aprobando leyes de niños inconscientes, siendo privados de su libertad. El mismísimo Franco estaría orgulloso de esto. España asiste perpleja a una prohibición totalmente política y nada animalista, nada más y nada menos que la prohibición de ser libres, como si de un país de oriente medio o de África nos tratásemos, y lo hacen tapando la realidad con escusas baratas. Oigan que estos señores no solo prohíben las corridas de toros, sino que quieren multar a los taxistas catalanes por llevar banderas de España en sus taxis cuando la selección de fútbol ganó el mundial en Junio. Oigan, que es que estos personajes quieren prohibir la venta de muñecas de flamenca y de toros en las ramblas, por favor que tenga yo dieciocho años y tenga que asistir en pleno siglo veintiuno al teatro de la política catalana, a estas leyes que pretenden crear para intentar separarse de España y de sus símbolos por las malas o por las menos malas. Realmente es muy triste.

Los antitaurinos siguen levantándose ahora en Las Islas Baleares y en Andalucía con el mismo sistema que en Cataluña, la recogida de firmas. No se lo que pasará de aquí a unos años, pero Dios quiera que España no se convierta que menos que en un sistema con matices dictatoriales con lo que nos ha costado y lo que hemos luchado los españoles para llegar aquí, lo que lucharon algunos hace dos y tres décadas por instaurar la democracia tras cuarenta años de opresión.

Está bien que te gusten o no los toros, en eso consiste la libertad, en tener la opción de elegir. En Cataluña esa opción de elegir la han abolido, a mi desde luego me da que pensar.

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