miércoles, 9 de junio de 2010

La razón sobre el corazón

Hace ya algo más de dos meses de un Lunes Santo pasado por agua pero sobre todo polémico.

Raro es encontrarse en Sevilla una Semana Santa con ocho días de sol reluciente. De hecho prácticamente no se recuerda una Semana Santa con todas las hermandades en la calle. Es como una norma no escrita, que el mal tiempo, con suerte, hará acto de presencia al menos algún día de la semana.

Esta Semana Santa pintaba muy bien, incluso parecía que sería perfecta meteorológicamente hablando. Como siempre Sevilla desde más de un mes antes del Domingo de Ramos, estaba pendiente del cielo y las previsiones parecían ser alagüeñas.

Llegaron las vísperas, y sin ningún problema las hermandades del Viernes de Dolores y del Sábado de Pasión realizaron su estación de penitencia incluso con algo más de calor de lo esperado.

El Domingo de Ramos comenzó bien, como cada año la Hermandad de la Paz se ponía la primera en la calle y así los ocho cortejos restantes a lo largo del día. Las previsiones para el Lunes Santo daban una alta probabilidad de precipitaciones en Sevilla, pero como siempre en esta ciudad se era optimista. Hasta que llegó la noche del Domingo de Ramos (ya Lunes Santo), cuando con los dos pasos de la Amargura, la Virgen del Socorro, la Virgen de la Hiniesta y la Virgen de la Estrella en la calle, las nubes se empezaron a posar sobre el cielo sevillano, nubes que seguirían ahí al día siguiente.

Y llegó el Lunes Santo. El único día en que las previsiones no eran del gusto de nadie, la lluvia debería de hacerse presente según los meteorólogos desde por la mañana, por lo que no se entiende lo siguiente:

La cruz de guía del Polígono de San Pablo debía ponerse en la calle a las 11.30 horas de la mañana del Lunes. Cumpliendo los horarios, cinco minutos antes de la hora, las puertas de San Ignacio se abrían con dicha cruz de guía apostada en la puerta, las previsiones eran las peores pero con esa decisión tan contundente del Polígono de salir a la calle, algo en la atmósfera debería de haber cambiado. La Hermandad salía a la calle y se dirigía al centro de Sevilla. Si tenemos en cuenta entre otras cosas la lejanía del templo ya no con el centro de la ciudad, sino con alguna parroquia en la que poder refugiarse en caso de que el agua hiciese acto de presencia, y añadiendo que el paso de misterio estaba "recién dorado" este mismo año, la inconsciencia va más allá de los límites que los más antiguos recuerdan en la ciudad de Sevilla. Pero eso no es todo, porque a las 12.45 horas de esa misma mañana, la Hermandad de Santa Genoveva debía ser la segunda en ponerse en la calle y dirigirse hacia la Catedral. Con un cielo totalmente cubierto de nubes, de esas nubes que ni siquiera tienen forma sino que parece una gran lona gris que cubre el cielo entero, unas nubes que presagiaban agua a no ser que Dios con un milegro lo remediase, con la sensación generalizada de que salir era una utopía, Santa Genoveva salió. Eran la una de la tarde del Lunes Santo cuando aquí en mi casa, en Gines, comenzaba a llover. La misma hora a la que yo me levanté tras haber hecho estación de penitencía tras el Santísimo Cristo de la Buena Muerte el día anterior. Debía estar a las 14.30 en el mercado de San Gonzalo con mi túnica blanca. Eran la una de la tarde, llovía, estaba negro y oscuro por todas partes. Aquí en la televisión, Giralda TV retransmite la salida de Santa Genoveva, el Cautivo se pone en la calle y el cielo cada vez está peor. Yo me ducho, como y me visto sinceramente, con muy pocas esperanzas de salir. No es que lloviese, es que diluviaba. Pero en Sevilla todavía no. El nerviosismo se notaba en el tiro de línea, en Luis Montoto, en la televisión, en la radio, en todas partes. Son las dos menos cuarto y con la Virgen de las Mercedes en la calle se empiezan a abrir los paraguas. Llovía en Sevilla. El polígono sin escapatoria alguna, la Hermandad en medio de la nada, lo más cercano era San Benito, pero la Hermandad siguío por Luis Montoto hacia adelante camino del Salvador. Al principio se dijo que por espacio, luego la Hermandad dijo que por no incomodar a los que al día siguiente debían hacer Estación de Penitencia, un acto de caridad tanto como de inconsciencia de nuevo, porque cabe reseñar que desde el primer momento la Hermandad de San Benito abrió sus puertas a la del Polígono, negándose esta. La cofradía en su segundo año haciendo estación de penitencia a la Catedral, estaba pasándolo peor que cualquier Hermandad en muchísimos años. Con esta en Luis Montoto, camino de pleno centro de Sevilla, en el tiro de Línea la cruz de guía se hallaba en Felipe II cuando empezó a diluviar. La Virgen de las Mercedes a pesar de todo seguía de frente por Romero de Torres, incluso llegó a hacer la primera revirá a paso de mudá. Diez minutos después, la Hermandad decide volverse a su templo y Santa Genoveva acaba un Lunes Santo en que la ilusión pudo con la razón. Pero el Lunes Santo seguía, a las 15.00 horas las cruces de guía de la Redención y de San Gonzalo debían ponerse en la calle. A las 14.15 aproximadamente, la cruz de guía del Polígono de San Pablo llegaba a la Iglesia parroquial del Divino Salvador, allí se encontraban los cinco pasos tradicionales, los tres del Amor, y los dos de Pasión. Sevilla estaba alterada, confusa, no sabía a donde ir. En cuarenta y cinco minutos la Hermandad del Polígono se había plantado desde Luis Montoto, entrando por San Esteban, Águilas, Alfalfa, Cuesta del Rosario y Villegas, en la plaza del Salvador para ponerse a salvo. El tiempo récord, no fue motivo suficiente para alejar la polémica decisión de la Hermandad, de hacer estación de penitencia.

Seguía el Lunes Santo. Lloviendo a mares me bajé del coche a las 14.45 en la puerta del Mercado de San Gonzalo, delcalzo, los pies y los bajos de la túnica empapados y más empapada la esperanza. Entré lloviendo en el Mercado. Si ningún año se cabe de por si (estando los ocho tramos de Virgen dentro), este año menos. Los ocho tramos de Virgen, más cuatro del cristo, más las tres bandas estábamos alli apurando todo el espacio posible. Ya eran las tres y no teníamos noticias, la información llegaba de la radio, los diputados de tramo pedían los números de teléfono movil por si la cofradía se veía sorprendida y se descomponía, pero no daban ninguna noticia. Desde "el llamador" de Canal Sur Radio llegaba la información desde la calle Santiago, la Redención iba a esperar para tomar una decisión y antes de las tres San Gonzalo, siempre según la información de Canal Sur, iba a esperar hasta las 5 de la tarde para tomar una decisión. La Hermandad seguía sin ofrecer noticias, el único medio de comunicación entre la Junta y los hermanos era Canal Sur Radio. Pasaban algunos minutos de las tres y cuarto de la tarde cuando la noticia que corría de boca en boca era que San Gonzalo no haría estación de penitencía. En el mercado cundía el nerviosismo, no se sabía bien lo que pasaba, muchos nos asomábamos a la puerta para ver si seguía lloviendo, y si que seguía. Se pedía silencio pero nadie hablaba, el desconcierto era absoluto. Rondarían las 15.20 horas de la tarde cuando los hermanos empezaron a abandonar el Mercado por la puerta principal, sin ningún aviso, o al menos no para la mayoría, si alguien anunció algo fue para un par de tramos de los que allí habíamos y recuerden, más de cinco minutos después de que "el llamadro" lo anunciase. San Gonzalo no salía, los que allí estábamos ni siquiera podíamos ir a la iglesia a ver a nuestros titulares porque no se cabe. La impotencia, la rabia, el desconcierto, todo se apoderó de cada hermano. Al salir por la calle Giralda, por la puerta trasera del mercado, ya no llovía, las nubes no se iban pero no llovía. Rendención salía, y yo salía, pero de allí, las escenas de llanto y de rabia eran insoportables. Nada más salir a San Martín de Porres, el que salía con nosotros era el sol, un sol más reluciente que el del Domingo de Ramos, la acera mojada, el arco iris en los charcos porque el sol estaba fuera y no tenía mucha pinta de querer irse. El caso es que eran las cuatro menos cuarto, San Gonzalo no salía y La Redención ya tenía su cruz de guía en la calle.

Durante toda la tarde del lunes, ni una sola nube, el sol fuera, y la lluvía parecía que no haría acto de presencia ya en toda la semana. La Redención en la calle, Vera Cruz en la calle, Las Penas de San Vicente en la calle, Las Aguas en la calle y el Museo en la calle. La única que a media tarde decidió no salir por fortuna, fue Santa Marta. Muchas eran las críticas que me llegaban y que se oían hacía San Gonzalo, su junta, y su decisión de no hacer estación de penitencia.

Pues bien, me encontraba en la "pila del pato" esperando a La Redención, serían las diez y media de la noche cuando llegaba la cruz de guía. Minutos más tarde sin hacerse mucho de rogar el imponente misterio del "Beso de Judas" entraba en la plaza de San Leandro de manera sublime, recorriendo su primer tramo a costero con el izquierdo por delante, la luz perfecta, el ritmo y el compás que pide Sevilla y como no, la siempre creciente Agrupación de la Hermandad deleitando a la abarrotadísima plaza con su inconfundible sonido. Era una delicia, posiblemente de lo más bello que haya podido ver esta Semana Santa. El paso arrió casi a mitad de la plaza, cuando empezó a llover. No voy a negar, que en ese momento en que a toda Sevilla le da un vuelco el corazón para mal, a mi me lo dió para bien durante el tiempo que tardé en pensar en lo bien que lo había hecho mi Junta de Gobierno. En ese preciso momento San Gonzalo tendría su cruz de guía entrando desde Arfe a Adriano, por tanto sería imposible meterse en el Baratillo, en las Aguas, en Molviedro, o en la Carretería, bien por espacio, bien porque las Aguas estaba en la calle, y volver hacia la Catedral sería inviable, tan solo para el palio, que ni siquiera habría salido de ella. San Gonzalo había acertado y Santa Marta también. Pero si las previsiones eran tan claras y esactas, ¿Por qué Vera-Cruz, Las Penas, Las Aguas y el Museo salieron a la calle?. Supongamos que para no salir, San Gonzalo y Santa Marta barajaron la información de un nuevo frente sobre las diez de la noche, al menos esa fue una de las razones que dieron las dos Juntas de Gobierno para no hacer estación de penitencia, esa información era sabida por tanto hemos de suponer, por las cinco hermandades que salieron a la calle. ¿Por qué lo hicieron?. Se habla de la incompetencia del polígono, pero ¿no es también igual de incompetente que la Hermandad del Museo, teniendo prevista su salida a las 20.45, y suponiendo que barajaba esa información, ponga sus pasos en la calle? y si no sabían de ese frente, ¿no se informaron?, porque lo más extraño sería que no les hubiesen dado ninguna información sobre dicho frente tan solo una hora antes, sería el colmo. Se entiende que la Redención saliese a la calle a las tres de la tarde, porque a la hora que pronosticaban los meteorólogos que podrían volver las lluvias, ya tendrían la cofradía casi en Santiago. Pero, ¿y las otras cuatro?. El caso es que a mitad de la plaza de San Leandro el misterio del Beso de Judas empezó a correr hasta su iglesia y la virgen del Rocío pasó como un tiro entre aplausos. Las débiles lluvias duraron tan solo media hora, pero ayudaron a seguir descomponiendo aún más el Lunes Santo. Vera-Cruz llegó sin darse cuenta a la calle Baños, viéndose sorprendida en el Salvador. Las Penas de San Vicente, Las Aguas y el Museo se quedaron en la Catedral, y media hora más tarde, emprendieron su regreso, saliendo Las Penas por la puerta de palos hacia Alemanes, y saliendo Las Aguas y el Museo, por la de San Miguel, la primera para girar a la izquierda hacia el Almirantazgo, y la segunda para volver a coger la Avenida para salir a plaza Nueva.

Lo único cierto aquí es que el Polígono de San Pablo y Santa Genoveva, sobre todo el Polígono, tomaron una decisión muy discutible y arriesgada a primeras horas de la mañana, que Redención acertó, que Santa Marta acertó , que San Gonzalo acertó, y para mi gusto, Vera-Cruz, Las Penas, Las Aguas y El Museo, se equivocaron aunque gracias a Dios, no tuvieron ningún problema, ni sufrieron desperfectos en su patrimonio, y la organización y colaboración entre las mismas hermandades fue perfecta.

La Hermandad de San Gonzalo aparte de las previsiones meteorológicas alegó la cantidad de menores de edad que sacaban a la calle, casi la mitad de los nazarenos, que forman su cortejo, no pudiéndose arriesgar por ello a una posible descomposición de la cofradía en caso de fuertes lluvias. Una Hermandad es mucho más que sus titulares y su patrimonio y la Junta de Gobierno demostró en todo momento tener la cabeza fria y no se dejó llevar por la ilusión, aunque el trabajo de todo un año lo tirase por tierra el agua.



En Sevilla hay de todo. Y En Semana Santa hay de todo y más.

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